miércoles, 6 de noviembre de 2013

El recurrente "reflejo de la época"

Muchas veces se comentan las obras como "reflejo de la época", como si obras y autores fueran una especie de granos que les salen a las épocas. Unos granos "creativos" pero que se limitan a "reflejar" lo que la época, al parecer una señora muy importante y dominante ha establecido.
Pero, en primer lugar, para decir que una obra es o no reflejo de la época lo primero que habría que hacer es conocer muy bien la época.
En segundo lugar, las obras literarias son ficción, y la verosimilitud es una estrategia literaria. Toda obra  literaria es ficción mientras no se demuestre lo contrario. Sí. El Lazarillo también es ficción.
En tercer lugar, las épocas no son personas. No son, por tanto ni inteligentes, ni racionales, ni libres, ni emotivas.
En cambio, las personas humanas sí lo son: poseen intelecto, razón, voluntad y emociones. Y son capaces, incluso, de oponerse al "espíritu de la época".
A continuación podemos ver varias parejas de escritores contemporáneos entre sí y con una marcada identidad que ni les confunde entre ellos ni puede resolverse en un "reflejo de la época".
Las épocas, las corrientes, los estilos condicionan más o menos, pero no determinan. Su influjo es inversamente proporcional a la personalidad de los autores, quienes, por otra parte, suelen caracterizarse por su creatividad. Los artistas en general y los escritores en particular más que ser "reflejos de las épocas" son "forjadores de las épocas".





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